Llevo tiempo dándole vueltas a algunos asuntos… Me enredo continuamente en el mismo pensamiento y no avanzo. Se me acumulan los problemas, todo me sale mal, no sé cómo voy a salir de ésta…
Estos son algunos de los comentarios que transmite quien por fin se sienta delante del psicólogo.
Lo cierto es que el ser humano tiene una reacción innata por la supervivencia que le hace afrontar situaciones vitales con mayor o menor éxito. Pero suele ocurrir que esas situaciones vitales a veces son varias a la vez, de diferentes esferas que hacen tambalear los pilares que nos sostienen.
Mientras cada persona va haciendo frente a los retos que se le presentan en la vida (lo vamos a dejar así para el tema que nos ocupa; en otro momento hablaremos de cómo “se nos presenta” la vida) también va formando su propia caja de herramientas para afrontar situaciones vitales futuras.
Cuando la caja de herramientas no contiene las herramientas que necesito en un determinado momento de la vida es cuando va siendo hora de recurrir a un profesional. Eso no quiere decir que los problemas los vaya a resolver otro por mí. Hay que tener en cuenta que los muebles están en mi cabeza. Lo que ocurre es que tengo los muebles de la cocina en el salón y los del salón en el baño, el dormitorio en la terraza… Y las cosas fuera de los cajones… El profesional ayuda a recuperar el orden -mental- pero el proceso es personal. Es curioso que después de un duro proceso emocional la persona que acude al psicólogo concluye que ha elegido a un buen psicólogo. Es la propia persona la que pone patas arriba toda su vida emocional para encajar cada cosa en su sitio, siendo constante, arriesgando porque confía en que tendrá éxito y todo el esfuerzo será beneficioso… Suelo tener muy en consideración a quien toma la decisión de ir al psicólogo. Pero pongo aún más en valor a quien se embarca en un proceso terapéutico y no desiste ante la dificultad. No todas las personas en todos los momentos de su vida están capacitadas para embarcarse en un proceso emocionalmente tan exigente. A pesar de que lo necesite.
No dudo que el papel del psicólogo es esencial. Para empezar, el vínculo terapéutico es clave para el éxito de la psicoterapia. Y esto tampoco es sólo consecuencia de la profesionalidad del psicólogo. Es una relación de dos y por eso hay ocasiones en que la persona que acude al profesional abandona la psicoterapia; porque no siente que se ha establecido ese vínculo terapéutico.
Otro aspecto importante es el motivo de consulta. Lo que tú dices es algo así:
“no consigo mantener una relación de pareja estable”
“no como y/o no duermo”
“trabajo muchas horas y no tengo vida personal”
“me preocupa lo que los demás piensan de mí y me encierro en mí mismo”
“me duele el pecho y el médico dice que está todo bien”
“discuto continuamente, por lo más absurdo”
“no tengo motivación ni ilusión por nada”
“le doy muchas vueltas a las cosas y me agobio”
etc…
Y lo que el psicólogo oye es:
stress
ansiedad
depresión
síndrome del quemado
acoso
conflicto de roles
fobia
somatización
adicción sin sustancias
hábitos de alimentación
hábitos del sueño
etc…
No es necesario saber el diagnóstico para acudir a psicoterapia. De eso ya se encarga el psicólogo. Lo que motiva a consultar es un malestar emocional, siendo consciente o no de qué lo provoca. Sino simplemente padeciendo sus efectos.
Es muy posible que no compartas ese malestar abiertamente. En el mejor de los casos sí y esto provocará en ti un descubrimiento: otras personas también han pasado por ello y tienen, incluso, referencias para sugerirte porque a ellas ya les funcionó. En su defecto, comienza el periplo de la búsqueda. Afortunadamente hoy en día es una información bastante accesible. Pero no te exime de la toma de decisiones en base a criterios. El de la ubicación puede ser de menor relevancia. Hoy en día es muy habitual llevar a cabo sesiones de psicoterapia de manera no presencial. Las videollamadas son unos medios que permiten que los interlocutores estén a kilómetros de distancia. Pero no es el único beneficio. Aunque la psicoterapia sea presencial es posible que en ocasiones sea online. Puedes tener disponibilidad para el tiempo de la sesión, pero no para incluir los desplazamientos. Combinando las sesiones presenciales con las no presenciales puedes dar continuidad al proceso terapéutico sin interferencias. Incluso personas reticentes a priori han optado por este medio sin perjuicio de su proceso. Lo importante es que la ubicación elegida sea confortable para llevar a cabo la sesión.
Por otro lado, aunque sea menos conocido, también puedes contar con un psicólogo que acuda al lugar que tú elijas. Desarrollándose igualmente la sesión pero fuera de la consulta física habitual. Es una opción interesante porque eres tú quien elige ese espacio que para ti es confortable. Pero depende de la disponibilidad geográfica del psicólogo elegido. Será cuestión de que te informes, porque opciones hay.
Quizá esta reflexión te ayude a decidir…
Cómo, cuándo, dónde, porqué… ir al psicólogo.