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El enamoramiento y los amantes (El amante perfecto es bueno como amante)

Conchy Pérez Subinas

9 de febrero de 2022

En cuántas ocasiones se cuestiona la relación de pareja por un amante…

Empecemos por definir el enamoramiento. Es una situación espacio-temporal emocionalmente positiva. ¡Hala! Ya está dicho. A ver quién es capaz de encontrar en esa definición a Gustavo Adolfo Bécquer, ejemplo de romanticismo. Seguramente cueste ver relación entre la forma de ver el enamoramiento de ambos pero no es incompatible. La definición debe ayudarnos a entender porqué esa persona, porqué en este momento de mi vida, porqué así… Pero todos sabemos que con la razón intentamos justificar y que realmente tomamos las decisiones desde la emoción.

Y este enamoramiento vale tanto para las relaciones de pareja como para el primer amor, las relaciones fugaces, las exrelaciones…

Nos gusta gustar, nos gusta hacer sentir bien a los demás, pero “tenemos que” ser fieles a nuestra pareja, ser responsables con un proyecto de vida, formar una familia, trabajar… Y en algún punto lo que nos gusta y lo que tenemos que hacer se desconexiona. El ritmo del día a día, las obligaciones de la familia nuclear (la que hemos formado), las de la familia de origen (cada uno la suya),… Nos introduce en un sinfín (visualicemos un cilindro en espiral que hace fluir en una única dirección, casi sin esfuerzo y de manera continua infinita) hasta que nos encontramos a una persona, generalmente ajena a nuestro círculo habitual, en una situación espacio-temporal emocionalmente positiva. Es entonces cuando el “sinfín” se mella, se atasca y deja de fluir todo aquello que fluía. Todo lo que parecía que seguía un orden establecido no encaja. Y todo lo que parecía estar en su sitio de pronto parece desordenado.

Es el momento de la reflexión. Lo ideal hubiera sido que, en lugar de haber accionado el piloto automático, hubiera existido de manera permanente un proceso reflexivo. Pero esto es algo que el ser humano no está habituado a hacer. Solo reparamos en la parte visible, manifiesta; pero hay una parte latente, no visible que subyace en nuestra vida. 

No está todo perdido. Pero hay un paso previo inevitable para la reflexión. Es la crisis. Entramos en crisis cuando los pilares, normalmente más de uno, de nuestra vida se tambalean. Saldremos de la crisis, y lo haremos reforzados (en el sentido de “con más fuerza”, con una serie de herramientas para afrontar con más éxito situaciones similares) pero tendremos que pasar por ella. 

Los procesos reflexivos motivados por una crisis son duros, emocionalmente duros. Habrá momentos de estar arriba y momentos de estar abajo. Pero las ondas serán cada vez más anchas (alteraciones del estado de ánimo cada vez más espaciadas en el tiempo) y cada vez menos pronunciadas (la intensidad de las emociones, tanto positivas como negativas, cada vez será menor).

 

El enamoramiento y los amantes.

 

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